Introducción
El 27 de febrero de 2010 un fuerte terremoto, con una intensidad de 8,8 grados en la escala de Richter, sacudió más de 630 km del territorio de Chile, afectando a cinco regiones del país, desde La Araucanía hasta Valparaíso, en las que se concentra el 75 % de la población. Con posterioridad al sismo se originó un maremoto, en una amplia extensión del borde costero, que arrasó con muchas construcciones emplazadas a orillas del mar.
El terremoto y tsunami produjeron importantes impactos: pérdida de vidas humanas, daños estructurales, problemas de conectividad y en el suministro de servicios básicos, así como también secuelas significativas a nivel psicológico a raíz de la situación vivida.
Frente a esta situación y tomando en cuenta los resultados de la encuesta “La voz de los niños: Terremoto en Chile”2 —realizada inmediatamente después de producidos el terremoto y maremoto—, que mostró el alto impacto que había tenido este evento en la vida de los niños, niñas y adolescentes, y frente a las vulnerabilidades específicas a las que están expuestos en estos contextos, se hizo evidente la necesidad de realizar una intervención —más allá del apoyo material— orientada a la prevención y recuperación de los impactos psicosociales de la catástrofe y el resguardo de los derechos de la infancia. Es así como UNICEF Chile se planteó la adopción de estrategias para abordar la emergencia desde una perspectiva psicosocial, que permitieran garantizar los derechos de las niñas y niños durante la situación de emergencia vivida.
Para dar respuesta a estos desafíos se propuso la realización de talleres con diferentes actores sociales que trabajan en contacto, ya sea en forma directa o indirecta, con niños, niñas, adolescentes y/o con sus familias. En términos concretos, se desarrollaron talleres destinados a instituciones relacionadas con el sistema de educación formal, organismos que trabajan con niños, niñas y adolescentes que por alguna razón requieren de protección de parte del Estado y/o están en conflicto con la justicia, además de programas dirigidos a las familias más vulnerables y redes territoriales de infancia. Los talleres realizados tuvieron como objetivo general favorecer el desarrollo y adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas para lograr una adecuada intervención psicosocial en las poblaciones afectadas por el terremoto/maremoto.
Los objetivos específicos de estas instancias de capacitación apuntaron a que los asistentes lograran reconocer, compartir y aceptar el impacto de la situación vivida en los diferentes ámbitos de la vida y la necesidad de contar con espacios de contención, además de entregar elementos conceptuales sobre las consecuencias que tienen las situaciones de desastre en la salud mental tanto en adultos como en niños, niñas y adolescentes. Por último, colaborar con el mejoramiento de las habilidades necesarias para una adecuada intervención psicosocial y de contención en situaciones de emergencia y desastre.
La metodología utilizada en los talleres integró la presentación de contenidos teóricos con ejercicios vivenciales y participativos, modelando de esta forma el trabajo que posteriormente desarrollarían los asistentes con las poblaciones afectadas y constituyéndose también en un entrenamiento para la adecuada contención de las personas.
Si bien durante todos los talleres se puso especial énfasis en las vulnerabilidad de los niños, niñas y adolescentes y la importancia de garantizar sus derechos, en una segunda etapa se profundizó en temas como la violencia intrafamiliar y el abuso a niños, niñas y adolescentes, problemáticas que pueden aparecer y/o agudizarse como consecuencia de las emergencias y desastres.
En la primera etapa se realizaron 102 talleres de apoyo psicosocial en situaciones de emergencia con profesionales de diferentes instituciones y redes locales relacionadas con la infancia. Estos fueron desarrollados entre abril y julio de 2010, con una cobertura de 2652 personas, de las cuales un 86% fueron mujeres y un 14% hombres.
En la segunda etapa, entre agosto y diciembre de 2010, se realizaron 21 talleres con 567 personas —mayoritariamente mujeres— que trabajan directamente con niños, niñas y adolescentes, principalmente del sistema escolar y de redes territoriales de infancia y de violencia intrafamiliar.