JUSTIFICACIÓN
El volcán de Fuego, de 3 mil 763 metros de altura y ubicado 35 kilómetros al suroeste de la capital del país, registró el pasado 3 de junio una potente erupción seguida de una avalancha de flujos piroclásticos (mezcla de rocas, gases y ceniza), que sepultó la comunidad San Miguel Los Lotes y afectó fuertemente a las aldeas vecinas.
Más de 2 mil 900 personas de San Miguel Los Lotes y otros poblados se encuentran refugiadas en 15 albergues, a la espera de ser trasladadas a casas temporales de acuerdo a plan de respuesta presentado por el actual gobierno.
Mientras tanto, la ayuda humanitaria no se ha hecho esperar, las instancias responsables por parte del estado han prestado su servicio, así como entes de sociedad civil, cooperación y la población guatemalteca en general.
Sin embargo, las pérdidas materiales y humanas son grandes; las historias de los y las sobrevivientes son devastadoras; los equipos de trabajo que atienden los albergues han tenido que dar soporte emocional a las personas que allí se encuentran, mientras otro equipo de socorristas siguen a la búsqueda de los restos de las personas soterradas por los flujos piroclásticos, que hasta la fecha son 121 cuerpos o restos de los mismos.
En la tarea de la atención de víctimas y damnificados, quienes dan servicios reciben un fuerte impacto emocional en el que la empatía se convierte en un riesgo “necesario”, hasta que ese riesgo mina la salud mental de los/as profesionales y esto se refleja en la calidad de la atención que brindan.
Cuando el impacto emocional no es manejado adecuadamente puede derivar dos posturas muy peligrosas: Por un lado asumir la sintomatología de quienes atiende (Desgaste por empatía, Burn Out, Traumatización vicaria, etc.) por otro lado la apatía derivada de la pérdida de la fe, acostumbrándose o menospreciando el dolor humano.
Uno de los modos de abordar y apoyar a los profesionales y servidores públicos es promover la descarga emocional y el cierre de círculos emocionales (duelos) que se dan como resultado de situaciones que sobrepasan la capacidad del abordaje brindado o bien las pérdidas humanas que muchas veces son inevitables.
Por esta razón es necesario otorgar espacios seguros para que los servidores públicos puedan descargarse emocionalmente y poner en práctica técnicas de Autocuido. A continuación se detalla la propuesta metodológica para el abordaje de las y los profesionales y servidores que han atendido a los damnificados por la tragedia.